EL ASESINO DEL TÁMESIS


EL ASESINO DEL TORSO 

DEL  TÁMESIS.

UN ENIGMA VICTORIANO

¿Pudo un asesino en serie, aún más sádico que Jack el Destripador, coexistir con él y cometer sus atroces hazañas en similar tiempo y lugar? Si así hubiese ocurrido, vale preguntarse porqué aquél pasó tan inadvertido  y  "sin pena ni gloria"  en la historia del delito. No cabría descartar, a priori, que las presuntas víctimas de homicidio no fuesen más que piezas anatómicas birladas de salas de disección clínica, y arrojadas en el río Támesis y en otros puntos de la geografía británica por inescrupulosos guasones. Tampoco correspondería obviar que en la mayoría de las encuestas judiciales, celebradas a raíz de esos abominables hallazgos, el jurado no emitió un veredicto de  "asesinato premeditado". Ello fue así dado que los médicos forenses no fueron capaces de establecer con convicción que se trataba de crímenes. Formuladas estas salvedades, nos referiremos a esos cuerpos desmembrados, cuyas inquietantes apariciones dieron origen a la hipótesis del "Descuartizador del Támesis" o del "Asesino del Torso de Támesis". 

         La sombra de ese presunto victimario se proyectó con ominosa fuerza por primera vez en mayo de 1887, en el pueblo del valle del río Támesis, localidad de Rainham. Dos trabajadores portuarios extrajeron de las aguas un paquete que guardaba el torso de una mujer. Estaba ausente la cabeza y una porción superior del pecho. Durante los meses de mayo y junio, partes de ese mismo cuerpo emergieron en distintas zonas de Londres.  
      Los médicos forenses consideraron que las mutilaciones denotaban algún grado de conocimiento anatómico, pero que el cadáver no había sido disecado para fines clínicos. En suma, avalaron la teoría de un homicidio. Los galenos no pudieron discernir la razón de la muerte ni acreditaron que un acto violento hubiese tenido lugar, por lo que el jurado convocado para la encuesta judicial no tuvo más remedio que regresar trayendo a la sala un ambiguo veredicto de "Found Dead" ("Encontrado Muerto"). 
        La segunda eventual víctima de la serie de despojos humanos esparcidos en el río Támesis y sus aledaños fue advertida en setiembre de 1888, cuando cursaba su apogeo la cacería del exterminador de prostitutas de Whitechapel. El día 11 de aquel mes un brazo femenino fue avistado flotando en el río en la región de Pimlico. A su vez, el 28 de setiembre otro brazo se encontró a la vera de la carretera de Lambeth.
         Finalmente, el 2 de octubre se descubrió el torso de una mujer al cual le faltaba la cabeza. Ese fragmento se ubicó en los terrenos de la obra de construcción del Nuevo Scotland Yard, y al suceso la prensa lo apodó el "Misterio de Whitehall" en honor al nombre de la calle donde se emplazaba dicho edificio.
      Se llamó para estudiar los restos cadavéricos a varios forenses, entre ellos al doctor Thomas Bond. Este profesional evaluó que, de tratarse de un crimen, el matador había justificado ostentar algún grado de conocimiento médico. En general, los cirujanos no pudieron dar con evidencia que dilucidase de qué forma pereció la infortunada difunta.
       El también forense Charles Alfred Hibbert (o Hebbert), ayudante de Bond, opinó que el brazo rescatado en el río pertenecía a aquel torso por la limpieza del corte asestado para separarlo del tronco y por el diámetro de las amputaciones que exhibía el cuerpo en dónde le fueron arrancados los miembros. Tras examinar los brazos, apuntó que: "Pensé que el brazo fue cortado por una persona que, si bien no era necesariamente un anatomista, sin duda sabía lo que estaba haciendo, pues conocía dónde estaban las articulaciones y daba muestras de que practicaba este tipo de cortes con bastante regularidad ". 
         La encuesta judicial subsiguiente se llevó a cabo el 8 de octubre bajo la presidencia del juez John Troutbeck, de Westminster. 
         Se convocó al estrado a Frederick Wildborn, primera persona en percatarse de los restos en el sótano del edificio. El testigo declaró que residía en el 17 de la Avenida Mansell, en Clapham Junction, y trabajaba de carpintero para la empresa Grover and Sons en la obra de construcción de la Nueva Scotland Yard. Manifestó que a las 6 en punto de la mañana del 1º de octubre se dirigió a las bóvedas para recuperar herramientas que allí guardaba, y vio lo que le pareció un abrigo raído tirado en una esquina.
        Ese sector estaba muy oscuro incluso en el medio del día, y no pudo dar con sus herramientas. Por la noche, a las 5.30, volvió a descender al escabroso reducto y notó que el paquete continuaba en el mismo sitio, aunque no despedía mal olor. Esta vez decidió avisar a otros dos obreros, quienes destrabaron las ligaduras del cordel que rodeaba aquel envoltorio de ajados periódicos. Ante la mirada atónita de los tres hombres emergió el repugnante contenido.
        Se infiere a partir de éste, y de otros testimonios, que el individuo que transportó el torso hacia dónde fuera hallado necesariamente lo hizo sirviéndose de luz artificial, dadas las penumbras del lugar. El perímetro estaba protegido mediante vallas que dificultaban el acceso. Quedó claro que el bromista –si fuese un cuerpo robado de una sala de disección- o el criminal –si se tratara de un homicidio- corrió un enorme riesgo de ser visto y atrapado.
        Al cabo del sumario el jurado, obviando los indicios de que estaban frente a un asesinato, de nuevo pronunció un veredicto de "Found Dead". Aunque en 1888 Jack el Destripador era la indiscutida "estrella criminal" -pues en apenas diez semanas de reinado había estremecido al Londres victoriano- al final de ese año el interés por sus fechorías principiaba a disminuir. Para junio de 1889 casi siete meses habían transcurrido sin un ataque que pudiera serle endilgado, y se alentaba la esperanza de que su sanguinario ciclo hubiese concluido. 
        Pero, en cuanto a los trozos de cuerpos diseminados en torno al Támesis, la siniestra retahíla recrudeció. En la mañana del 4 de junio, parte de un torso femenino se capturó de las aguas sobre la ribera de la localidad de Horselydown. Ese mismo día, en horas de la tarde, una pierna izquierda apareció debajo del puente Albert, en Chelsea. En la ulterior semana varios pedazos más de ese organismo fueron recobrados en las cercanías del río.

        El influyente periódico Times de Londres, en su edición del 11 de junio de 1889, reprodujo un fúnebre resumen consignando que: "los restos humanos encontrados hasta ahora son los siguientes: Martes, pierna izquierda y muslo en Battersea, parte inferior del abdomen en Horselydown; jueves, el hígado cerca de Nine Elms, la parte superior del cuerpo en Battersea-Park, el cuello y los hombros en Battersea; viernes, el pie derecho y parte de esa pierna en Wandsworth, la pierna y el pie izquierdos en Limehouse, sábado, el brazo izquierdo y la mano en Bankside, las nalgas y la pelvis  en Battersea, en el muslo derecho en el Chelsea Embankment; y ayer, el brazo derecho y la mano en Bankside ".
       Todos esos hallazgos originaron un sumario judicial que tuvo su inicio el 17 de junio del citado año. Según declaración de los profesionales forenses: "la división de las partes humanas demostró habilidad y método. Sin embargo, no se nota la destreza anatómica de un cirujano, sino más bien la sapiencia práctica de un carnicero o un desollador. Hay una gran similitud en la manera que se cortaron estos restos con los que fueron hallados en Rainham y en el nuevo edificio de la policía metropolitana en Whitehall".
        Por su lado, el 5 de julio el Times de Londres abundó que: "es opinión de los médicos actuantes que las mujeres habían fallecido sólo 48 horas antes de que sus organismos fuesen troceados, y que los cadáveres resultaron diseccionados por una persona que debe haber tenido algún conocimiento sobre las articulaciones del cuerpo humano". 
        También esta vez, los cirujanos fueron incapaces de determinar la causa de la muerte. No obstante, ahora el jurado arribó a un veredicto de "asesinato cometido con premeditación contra alguna persona o personas desconocidas".
       Al igual que aconteciera en las restantes emergencias, no se pudo ubicar la testa de la presunta asesinada; pero ahora su identidad fue establecida. Gracias a cicatrices de los brazos se identificó a la fallecida como Elizabeth Jackson, una prostituta que ejercía su oficio en Chelsea. Se trataba de una ramera muy pobre que carecía de hogar y a menudo dormía en el parque de Battersea. Había adoptado el hábito de colarse entre las roturas de las rejas circundantes cuando en la noche cerraban las puertas de aquel lugar público.
         El perpetrador dejó una gran parte del torso en un sitio apartado del parque, lejos del acceso de la mayoría de los viandantes, y fue el jardinero quien se topó con esos despojos. Otra extremidad del cuerpo se localizó a corta distancia del anterior hallazgo, e iba envuelto en ropa vieja que portaba impreso el nombre "L. E. Fisher".
        En la autopsia se constató que el útero estaba extirpado. El doctor Thomas Bond fue del parecer de que podría tratarse de un aborto mal practicado, con consecuencias fatales. El posterior fraccionamiento y dispersión de trozos del cadáver habría resultado, de acuerdo con esta conjetura, la infame tarea de un malogrado obstetra intentando ocultar las huellas de su delito. 
     Sea como fuere, conocer la identidad de la occisa, aunque resultó trascendente, no sirvió a la pesquisa policial pues en definitiva el caso quedó sin solucionar.
        El 17 de julio de 1889 se perpetró en el este londinense el homicidio de la prostituta Alice McKenzie, del cual se sospechó que pudo ser faena del Destripador. La prensa se encargó de dar pábulo al temor de que el mutilador del East End irrumpía de nuevo. Todos los médicos intervinientes -excepto el doctor Thomas Bond- coincidieron en que aquel crimen no pertenecía al nefasto psicópata. Pero quien sí parecía haber retornado a sus andadas vesánicas era el "Descuartizador del Támesis" o el "Asesino del Torso de Támesis".
       
 El 10 de septiembre, el agente de la policía metropolitana William Pennett cumplía su ronda a lo largo de la calle Pinchin, en Whitechapel, cuando dio con el torso de una mujer bajo un arco de ferrocarril. De igual manera que ocurrió con el caso de Alice McKenzie, este tétrico episodio produjo una frenética actividad en la policía del distrito. Pocos minutos después de descubrirse el cadáver el Comisionado de la Policía Metropolitana y numerosos detectives que habían participado en la investigación del caso Ripper se hicieron presente en la escena del presunto delito.
         Oficialmente, los pesquisas incluyeron este eventual crimen en la categoría de los llamados "Asesinatos de Whitechapel" o "Muertes de Whitechapel", atento al distrito dónde apareció aquel cuerpo desmembrado.  Pero, más allá de la localización geográfica, ponderando el modus operandi empleado y otros factores, este hallazgo cabría catalogarlo dentro de la saga atribuible al homicida de torsos del río, quien aquí habría mutado de hábitat a la hora de agredir. Alternativamente, se manejó que los restos constituían material de estudio anatómico desechado por estudiantes de medicina. Pero aún los investigadores que creían estar frente a un asesinato aceptaron, siguiendo la opinión forense, que no era una faena de Jack, dada la disimilitud entre las mutilaciones que aquél infligía con la amputación que presentaba ese cadáver.
         El especialista Michael Gordon propuso la teoría de que Jack the Ripper y quien por esas mismas fechas desmembraba cuerpos y los tiraba en las inmediaciones del Támesis, conformaron una misma persona y, además, también se atrevió a identificar al culpable que se ocultaba tras estos aberrantes procederes, y a quien sindicó como autor fue a Severin Klosowski alias GeorgeChapman, sin dar mayor importancia a la edad de este postulado sospechoso, ya que en efecto, el recién citado nació en 1865, y era apenas un niño de ocho años cuando comenzaron a verificarse los macabros hallazgos corporales de partes desmembradas de cuerpos humanos en la capital inglesa. 
          No obstante y en 1887, este sospechoso cifraba veintidós años, y podría sí haber sido un precoz desmembrador de mujeres así como un furibundo asesino de prostitutas. Que el citado supo asesinar féminas ya lo sabemos; pues acreditadamente ultimó a varias mediante envenenamiento. En apoyo de su teoría, el referido estudioso destacó que su sospechoso estuvo en Inglaterra durante los crímenes del Destripador y que habría regresado, luego de una estadía en el exterior, justo en el intervalo cuando ocurrieron las siniestras apariciones de cuerpos desmembrados en las cercanías del principal río británico.
          Los misteriosos y sórdidos descubrimientos verificados en torno al Támesis contaron con un posible antecedente entre los años 1873 y 1874. El 5 de setiembre de 1873, una patrulla de la policía del río, próxima a la localidad de Battersea, recogió fuera del agua un fragmento del tronco de una mujer. Poco más tarde, se fueron recolectando otras partes del mismo cadáver, a saber: un pecho derecho en Nine Elms, una cabeza en Limehouse, el antebrazo izquierdo en Battersea, la pelvis en Woolwich; y así sucesivamente, hasta que se armó un cuerpo casi completo. Al igual que sucediera con el caso de Rainham en 1887, al cabo de ese mes se reportó casi a diario en los periódicos sobre las partes del cuerpo que se iban recuperando. 
          Nuestro tan nombrado doctor Thomas Bond, a la sazón Cirujano Jefe de la Policía Metropolitana, emprendió un encomiable y lóbrego trabajo y fue reconstruyendo el cadáver cosiendo una a una las piezas. Recomponer el rostro de la finada significó un enorme desafío, pues la nariz y la barbilla estaban desolladas, y a la cabeza le había sido arrancado el cuero cabelludo. La piel de la cara de la víctima fue equipada de la manera más natural posible en esas horribles circunstancias.
       
  A pesar de que este pionero intento de reconstrucción forense se llevó a cabo con sumo "ingenio y habilidad"  -conforme a expresiones de los periódicos- el cuerpo sólo podría ser reconocido por aquellos que estaban más: "íntimamente familiarizados con las características físicas de la persona fallecida". La policía rechazó a muchos sujetos que se acercaron para saciar su morbo de contemplar el cuerpo destrozado. Entre éstos estaban "los comerciantes de horrores" que trataron de obtener un esbozo de los restos. Pero la policía obró con celo profesional, y únicamente a quienes se consideró con legítimas razones para ver los restos les fue exhibida una fotografía de los mismos.
           Comentando aquellas lesiones, la revista médica The Lancet informó que: "Contrariamente a la opinión popular, el cuerpo no había sido troceado, pero era cierto que las articulaciones se han abierto con habilidad, y los huesos resultaron perfectamente desarticulados, incluso en las articulaciones complicadas del tobillo y el codo. A su vez, en la articulación de la cadera y del hombro los huesos fueron toscamente aserrados".
           Dado que esta vez devenía notorio que había atrás una mano criminal, un veredicto de "asesinato con premeditación contra alguna persona o personas desconocidas" fue alcanzado por el jurado en la encuesta judicial. El gobierno ofreció una recompensa de doscientas libras, y un perdón gratuito para cualquier cómplice que denunciara al ejecutor. Pese a ello, jamás se supo la identidad de la víctima, no se practicaron aprehensiones, y el asunto quedó a fojas cero. En el mes de junio del siguiente año de 1874 el organismo descuartizado de una fémina se extrajo de las aguas del Támesis, en la región de Putney.
             El rotativo News of the World del 14 de junio destacó que el cadáver carecía de cabeza y de extremidades, salvo una pierna, y que el torso fue trasladado a la morgue de Fulham. En ese ámbito, el cirujano forense E.C. Barnes manifestó que el cuerpo había sido dividido por su columna vertebral, y que se utilizó cal a fin de agilitar su descomposición antes de ser vertido en el agua. A despecho de parecer que se trataba de un homicidio, el jurado dictó un veredicto abierto.
            Tal cual ocurriera en el incidente similar del año anterior, nunca se supo a quien pertenecían los fragmentos humanos, ni se capturó a sospechoso alguno.
            Aunque lo supra relacionado es lo único que goza de apoyo documental respecto a estas secuencias de muertes con desmembramiento, cabe anotar que el ensayista Michael Gordon en su libro "The Thames Torso Murders of Victorian London" (2002), pags. 14 a 16, introdujo la posibilidad de que en noviembre del año 1886 se consumase el descuartizamiento de una prostituta en el pueblo francés de Montrouge, que podría haber constituido faena del mismo matador. La información en la cual se basó proviene, empero, de una fuente escasamente confiable, a saber: "las crónicas del crimen", atribuidas al Dr. Thomas Dutton,presunto experto forense británico citado por el escritor Donald McCormick, creador a su vez de "La identidad de Jack el Destripador" (1959).
            De hecho, el enteléquico Dutton, en sus nunca editadas memorias, habría acusado a un "feldcher" (o sea, ayudante de cirujano) de origen ruso (o polaco) de haber estado residiendo desde 1885 a 1888 en Francia, y constituir el posible responsable de ese no registrado homicidio. Esta equívoca información la utiliza Gordon a fin de apuntalar su tesis de que el susodicho debió ser Severin Klosowski alias George Chapman; es decir: el candidato que este teórico postula a la identidad tanto de Jack el Destripador cuanto de "The Killer Thames Torso".
           Dicha versión fue adoptada por la novelista Sarah Pinborough, quien en su thiller sobre el caso del Descuartizador de Támesis, editado en habla hispana bajo el rótulo de "El segundo asesino" (2013), comienza su narración recreando ese eventual crimen acaecido en Francia. El problema consiste en que los ripperólogos Stewart Evans y Keith Skinner en su libro "Jack el Destripador. Cartas desde el infierno", publicado en español en el año 2003, demostraron que Donald McCormick se inventó la existencia del médico Thomas Dutton para poder respaldar así, con pretendidas pruebas, sus hipótesis acerca de Jack the Ripper. Por ende, todo cuanto a este personaje fabricado se vincula deviene, como es obvio, falso y ficticio.

ENTREVISTA A GABRIEL POMBO.


- El Támesis y su ribera, siempre es y ha sido el flujo vital de Londres y las localidades próximas, sobre todo en la época victoriana, pero también de los sucesos más abominables. Prueba de ello es la huella dejada por un personaje denominado como "El descuartizador del Támesis" ¿Cuál fue la primera señal de este enigma?

Gabriel Pombo, nuestro entrevistado. Uno de los más grandes expertos
sobre los crímenes londinenses.
- Un hecho sumamente llamativo consistió que en la época de Jack el Destripador actuó otro asesino en serie causante de tantos estragos cómo aquél. Pero, por razones no demasiado entendibles, sus desmanes quedaron opacados y casi olvidados para la historia del crimen violento. Este segundo victimario tampoco resultó aprehendido ni desenmascarado. Únicamente se lo conoció bajo los motes de “El Descuartizador de Támesis” o “El Asesino del Torso de Támesis”.


- Curiosamente los sucesos ocurren casi a la par de los crímenes de Jack el Destripador. ¿Son ciertos esos datos o hablamos tiempos diferentes?

- Como bien mencionas, los delitos atribuibles al descuartizador se verificaron en tiempo concomitante a los crímenes consumados por Jack the Ripper. De hecho, el período de ejecución del Homicida del Támesis devino más prolongado, y comprendió al lapso en el cual operó el matador del East End  (desde el 31 de agosto hasta el 9 de noviembre de 1888). La primera presa humana cuyas partes se ubicaron en la ribera de ese río data del mes de mayo de 1887, y hasta el año de 1889 continuaron detectándose despojos humanos cercenados que presuntamente configuraron terrible faena de este segundo perpetrador serial.


- Tanto el autor de los crímenes del Támesis o Jack the Ripper sus víctimas han perecido de forma bastante sanguinaria. ¿Estamos ante un hipotético duelo por ver quién es más cruel o se puede atribuir a tan sólo uno de ellos los sucesos?

- Un duelo o una competencia entre dos asesinos secuenciales es una idea muy atractiva y digna de un thriller, como también lo sería especular si eran cómplices o si integraban un grupo delictivo o una secta. Pero lo cierto es que la historia del Asesino del Torso de Támesis no ha sido casi divulgada. En cuanto a si todos estos acontecimientos criminales podrían endilgarse a un mismo y único ejecutor, una de los escasos libros de no ficción publicados al efecto, titulado “The Thames Torso Murders”  (Michael Gordon, editorial Mc Farland, Carolina del Norte, Estados Unidos, 2002) propuso que Jack y The Torso Killer constituían una única persona. Su nominado para ocupar tan inverosímil doble rol fue Severin Klosowski alias George Chapman. Este último individuo representó un sospechoso a la identidad del Ripper por derecho propio, pues se trató de un barbero polaco que ultimó a sus tres sucesivas esposas y residió en Whitechapel durante la matanza de las prostitutas.

- ¿Cuantos crímenes podemos atribuir, hipotéticamente al asesino del torso del Támesis? Tengo entendido que hubo otro, más conocido como el "el torso de la calle Pinchin".¿Está relacionado?


- En cantidad no serían tantos los homicidios cometidos por The Torso Killer. Lo tremendo era su modus operandi, la saña del desmembramiento de los cadáveres, y el abandono de los restos, haciendo mofa a la policía. El inicial descubrimiento fue un torso femenino que se recogió de las aguas del Támesis en Rainham en mayo de 1887, y durante junio de aquel año fueron emergiendo otros trozos humanos en distintos puntos de la geografía inglesa. La segunda víctima o, mejor dicho, algunas partes de su organismo, aparecieron en setiembre de 1888 cuando se avistó un brazo flotando en el río en la región de Pímlico. Días después el otro brazo apareció a la vera de la carretera de Lambeth, y en zonas aledañas fueron surgiendo otros fragmentos de ese cuerpo. Estas tétricas apariciones fueron preludio de lo peor porque el 2 de octubre del siguiente año de 1888 –en plena oleada de los asesinatos del Destripador- un obrero encontró el torso descompuesto de una mujer, nada menos que en los cimientos donde se construían las nuevas oficinas de Scotland Yard. Como aquel edificio, entonces en ciernes, se emplaza sobre la calle Whitehall, a ese hecho se le designó “El misterio de Whitehall”.
Las necropsias de los forenses Thomas Bond y Charles Alfred Hibbert establecieron que aquel resto coincidía con los brazos antes ubicados, por lo que se trataba de la misma víctima, una fémina bien alimentada que posiblemente no había ejercido el meretricio. Durante el mes de junio de 1889, en varios sectores a orillas del Támesis, se fueron localizando trozos de otra mujer. Su torso apareció en el parque de Chelsea y, en esta ocasión, se identificó a la víctima: una ramera indigente de nombre Elizabeth Jackson.
Finalmente el 11 de setiembre de 1889, esta vez dentro del coto de caza de Jack –Whitechapel-, se encontró un torso femenino en la calle Pinchin.

- Existen informes policiales completos de las investigaciones como los de Jack the Ripper?

- Ciertamente se investigaron a nivel policial esos óbitos, y se llevaron a cabo las encuestas judiciales. El jurado sólo en el caso de Whitehall, o sea, de Elizabeth Jackson, emitió un veredicto rotundo de asesinato. En las restantes instrucciones judiciales, pese a mediar pruebas de que se estaba ante homicidios, el fallo fue de “Found Dead” (“Encontrado Muerto”).  De lo antedicho se desprende que, a diferencia de los homicidios del Destripador, aquí las pesquisas fueron menos concienzudas. Además, no se crearon comités de vigilancia en pos de capturar al Homicida del Torso de Támesis. La atención se centraba en las tropelías de Jack, donde había víctimas individualizadas. También el periodismo, al propalar hasta el hartazgo las crueldades del este de Londres, contribuyó a que en la práctica se confundiesen ambos asuntos criminales.

- Cabe la posibilidad de que los restos del Támesis sean procedentes de las academias de anatomía, cuerpos de fallecidos que han usado para ensayos de cirugía o estudios físicos?

- Esa posibilidad que refieres cabría en algún caso puntual, pero resulta indudable que aquí hubo una secuencia de homicidios ocasionados por la misma mano asesina. Los cuatro episodios que describí parecerían haber sido causados, notoriamente, por idéntico perpetrador. Quizás en el hallazgo de la calle Pinchin cabrían dudas razonables de que se tratase de los fragmentos de un cadáver utilizado con fines de disección clínica, abandonado en la vía pública a guisa de chanza siniestra.

- Expertos aseguran que son víctimas del mismo personaje que aterrorizó aquel Londres de 1888...Jack el destripador, ¿Están más cerca de la verdad o son diferentes responsables?

- Como te comenté, sólo el ripperólogo Michael Gordon sostiene que Jack el Destripador y The Torso Killer fueron un mismo sujeto. Los otros estudiosos que abordaron la cuestión concuerdan con el dictamen de los forenses de entonces, de que en las sórdidas apariciones en el Támesis, y también el cuerpo hallado en la calle Pinchin, no pueden achacarse al cuchillo de Jack. Deviene muy disímil el sistema de eliminación de los cadáveres, la localización geográfica donde éstos emergieron, y la clase de víctimas, las cuales, aunque no se identificaron, salvo Elizabeth Jackson  (indigente que por necesidad vendía su cuerpo), serían mujeres que no ejercían la prostitución.

- ¿Eclipsó por completo los crímenes de Whitechappel al del torso de Támesis? Quizás, ¿era más atractivo y mediático el personaje de Jack?

-Sin lugar a dudas la saga de Jack el Destripador eclipsó a la de El Descuartizador de Támesis. Creo que ello se debió, al menos en parte, a que los crímenes de Whitechapel se concretaron sobre víctimas conocidas, y porque el victimario quería dar difusión a su maligna tarea. El otro criminal operaba más en la sombra. Pero, asimismo, es verdad que Scotland Yard no vio a este asesino porque no lo quiso ver. La burla de dejar en los cimientos del edificio policial un torso humano, fue una manera de advertirles de su existencia. Pero la pobre policía inglesa ya tenía demasiados problemas con Jack the Ripper, como para reconocer públicamente que era impotente para apresar a otro sádico. Lo cierto fue que también esta retahíla de homicidios concluyó abruptamente.

-Supongo que existieron ciertas disputas en cuanto a informes policiales, autores, medios de comunicación...¿Que nos puedes contar de esto?

- Conforme te manifesté, la prensa se concentró en los asesinatos de Jack, y los del Támesis pasaron a segundo plano. Incluso no se los consideró como crímenes evidentes, a despecho de las fortísimas pruebas de su realidad.

- Arthur Conan Doyle, famoso por su personaje literario, Sherlock Holmes, no tendrá motivos para quejarse cuando se trata de buscar temas de crímenes, en su tiempo habían bastantes. ¿Crees que sabía algo sobre todo esto, ocultaba algún secreto personal?

- Descarto totalmente que el insigne literato británico poseyera información privilegiada acerca de estos trágicos asuntos, o que guardase algún secreto al respecto.

- Thomas Bond fue curiosamente el mismo forense de todos estos casos, . ¿Era el mejor en su época o estaba ya pactada de alguna forma su intervención?

Dr. Thomas Bond, forense.
- Este forense constituyó un pionero en técnicas de perfilación criminológica, además de ser un magnífico cirujano. Dio la coincidencia de que comenzó su carrera ejerciendo el puesto de forense policial en el año 1873, cuando tuvieron cabida unos hallazgos que pudieron ser un anuncio de los posteriores homicidios del Támesis. Thomas Bond participó en autopsias de cuerpos desmembrados hallados por aquella fecha. El destino quiso que en 1887 se le encomendase la necropsia sobre el cuerpo de Rainhall, y de los siguientes cadáveres destrozados atribuibles al Asesino de Torsos. Es dudoso afirmar si era el mejor forense de su época, pues también ejercían sus cargos con brillantez médicos que intervinieron en autopsias de víctimas del Destripador. Por ejemplo, los doctores George Bagster Phillips y Frederick Gordon Brown.

- Este forense se suicidó en 1901, por su desesperación por una enfermedad que sufría, ¿Se fue con algún secreto?

- En efecto se quitó la vida en dicho año, dejando una viuda y cinco hijos, tras padecer períodos de insomnio y de depresión nerviosa, probablemente asociados a una enfermedad grave. No se sabe que ocultase secretos referentes a los crímenes que venimos comentando, ni menos aún que tales hipotéticos secretos lo empujasen al suicidio.

- Podemos atribuir estos  crímenes a rituales satánicos, incluso posiblemente a logias masónicas, dado que en aquellos tiempos las sociedades secretas estaban muy en boga. ¿hay alguna pista sobre ello? De ser cierta la sospecha, ¿Que personas podían formar parte de estas comunidades?

- Rituales satánicos, ceremonias masónicas, y otras yerbas, constituyen temas excelentes para una obra de ficción, que el caso del Asesino del Torso de Támesis se merece para salir ( cuando menos a nivel mediático) de su inmerecido ostracismo. Sin embargo, no median pruebas de que tales cosas guardasen relación con aquellos antiguos crímenes.

-Tengo conocimiento de un club selecto en el Londres del siglo XIX, llamado "Los apóstoles", una sociedad que al parecer ocultaba algo más que reuniones de alto nivel. ¿Cree que se llegaron a conocer los verdaderos culpables en este tipo de reuniones?

- Los denominados “Apostoles” efectivamente existieron como logia. En ella revistaron selectos personajes de la aristocracia británica, incluidos amigos del Príncipe heredero de la Corona Albert Victor, nieto de la Reina Victoria, cual lo fue un sospechoso a la identidad de Jack the Ripper llamado James Kenneth Stephen. No obstante, no median indicios de que tuviesen complicidad en las fechorías de El Descuartizador del Támesis.

-¿Es posible que aquella doble moral de la época victoriana sea el motivo de esa sed de sadismo que se vivía en aquel tiempo, añadida por el consumo del opio, algo al alcance de buenos bolsillos?

- Las drogas como el opio, ingeridas en exceso, en toda época y país fomentaron los delitos violentos. Pero en el caso de los homicidios del Támesis me parece que el asesino o los asesinos culpables de aquellas muertes actuaban con frialdad, con premeditación y método. Es muy obvio que aquí hubo mucho sadismo y crueldad, pero no hace falta una sociedad con doble moral para que en ella se consumen crímenes repudiables. Esta no parece haber sido la obra de dementes o de enajenados impelidos por su dependencia a los narcóticos.

-Curiosamente y lamentablemente, en los años 1959-1964 un personaje sin identificar por estas fechas todavía, secuestraba a sus víctimas en las calles, las llevaba a una bodega donde las estrangulaba, les extraía los dientes y corrompía los cadáveres, utilizándolos para que le realizaran sexo oral. Las víctimas eran después arrojadas desnudas al Río Támesis, se calcula que fueron unas 6 víctimas. ¿podemos decir que es el mismo "modus operandi" del asesino del Támesis ?

- Dicho delincuente que operó en la pasada centuria sí podría haber sido un enajenado mental. Nada que ver tiene con el cerebral y macabro desmembrador victoriano que se cebó sobre mujeres, diseminado sus restos en el río a fines del siglo XIX. .

- ¿Cual es la última hora sobre este enigmático asesino, "el asesino del torso del Támesis"? ¿Se sigue investigando con la misma pasión que ofrecer Jack el destripador?


- Este criminal se perdió en las brumas de la historia. Es muy improbable que ahora, o en el futuro, sea objeto de investigación y de prensa como ocurrió con Jack the Ripper. Más claro aún es que, al igual que ocurre con el infame homicida serial de Whitechapel, su identidad jamás será develada.

- Gracias Gabriel Pombo, por su entrevista, por tu fantástica introducción y disposición a nuestros seguidores de AB&MP INVESTIGACIONES. Te esperamos de nuevo con más temas.



Es evidente que el Londres victoriano siempre tendrá un telón en forma de niebla, eterna, que se hace extraño caminar y vagar entre sus calles, ninguna persona conoce a otra cuando te adentras en ella, como sucede con los míticos crímenes perpetrados por Jack el destripador, o éste que acabamos de mostrar, sin nombre, sin apodo, tan sólo lo resumimos en una sola línea, "el asesino del torso del Támesis"...¿Alguien lo vio en la densa niebla? Nadie, y si ha sido así, ella misma te impide la salida...







Para saber más sobre este caso, os recomiendo entrar en la web personal de Gabriel Pombo. Pinchando AQUI



UNA OBRA MAESTRA SOBRE LA
LEYENDA DE JACK EL DESTRIPADOR




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